martes, septiembre 22, 2009

aya takano el río y yo


La manta echada,
entre el techo celeste y mi cuerpo
se arremolinan sonidos pequeños y largos
como melenas
si estarían sueltas al viento.

La tarde abre los ojos

el cielo tan solo parece quieto
¿lo ves adentrarse sin cesar
hacia el ritmo inconfundible de la galaxia?


El barco esta anclado y las tortugas
subirán desde el silencio oscuro
hasta esta superficie
y así encontrarnos en la mirada:

la vida saluda a la vida


Lo belleza respira,
un anhelo profundo;
la tristeza
no me inquieta mas
ni menos
que la alegría.



bañándose en los sonidos imperceptibles,
en los surcos de espuma,
murmullos de la terde que transcurre.


Entre los pliegues cálidos de la siesta
el llamado de la jauría me despierta:
La galaxia es ahora un telón de fondo,
y el barco abandona el ancla
para sumergirse en el viento
encendido.




desde la pequeña lámpara de Aladino
surge la tormenta
Y la tarde cierra sus ojos hasta esconderse
del todo.

No hay comentarios.: